
La capacidad de responder a situaciones inesperadas, nuevas, diferentes en forma creativa y flexible, puede desarrollarse, entrenarse, estimularse.
La utilización de recursos como la improvisación y la espontaneidad colaboran con la posibilidad de afrontar situaciones difíciles y hasta inéditas.
La posibilidad de improvisar nos permite experimentar el presente, afrontar nuevos desafíos y ser más flexibles y a su vez más ingeniosos.
Se mejoraría la confianza en uno mismo, la comunicación con los demás y disminuirían también la ansiedad y el stress.
El desarrollo de la espontaneidad está ligada al desafío cotidiano de ir rompiendo rutinas, proponiendo soluciones innovadoras e inspiradas, acrecentando la capacidad lúdica, liberando la rigidez y la autocensura.
La experiencia, aprendiendo de aciertos y errores, colaboraría con estas herramientas y resultaría fundamental. Ser entonces, así, resilientes.