
Nos sorprenderiamos al preguntar a cada persona mayor en particular acerca de lo que considera su preocupación o problemática autopercibida más importante, independientemente de lo que muestren los estudios y análisis que se puedan hacer referidos a los adultos mayores en su totalidad.
En este proceso dinámico que es la vida, y en la adultez mayor específicamente, la mirada centrada en la persona, y poniendo la misma en foco, es fundamental para acompañar mejor en recorridos que muchas veces pueden resultar dolorosos pero a su vez saludables.
La centralidad además incluiría el transitar el presente.
Jubilarse y perder poder adquisitivo, y como consecuencia de ello por ej. no poder cumplir el sueño de retirarse y viajar o la imposibilidad de pensarse haciendo algún tipo de trabajo adecuado a la nueva situación y diferente al que se venía haciendo; asistir a que los demás decidan por ellos; descubrir de repente que no se es una buena compañía para uno mismo o contar con apoyo, cuidados y acompañamientos y sin embargo autopercibirse solo y desamparado, son algunos de los planteos que pueden escucharse en las consultas.
Ante esto: intentar considerarse sujetos atravesados existencialmente por ejes fundamentales y esenciales como lo son la carencia de un sentido vital, la libertad, el aislamiento y la muerte* es un desafío.
El sentido vital, pleno de significados y valores. La libertad en dos planos: autonomía e independencia, y como responsables de nuestra existencia. El aislamiento y la soledad autopercibida y no deseada. Y la conciencia acerca de la muerte como posibilidad de invertir la parálisis que ocasiona su idea para motorizar positivamente el día a día.
Como planteé otras veces: la salud mental y el bienestar emocional son indicadores muy importantes de la salud general. Pensarla desde cada sujeto y cómo la vivencia individualmete sería la propuesta.
*Irving Yalom, Psicoterapia existencial.